Cumplido el año de vida de los niños y niñas,debe ser integrado a la mesa familiar.
El desarrollo de conductas de alimentación adecuadas y saludables depende en gran medida de la actitud de los padres o de la persona que este a cargo en el acto de alimentar: la interacción de los mismos va a moldear la conducta de los niños y niñas.
Y, es que alimentar implica, una interacción de dos: el cuidador, que generalmente, es la madre y el niño. Al principio, esto se logra a través de la lactancia materna, básicamente con el llanto de los pequeños y la oportuna respuesta de la madre, quien pronto aprende a diferenciar en sus pequeños un patrón para cada necesidad;como es; alimentación, sueño, defecación- micción y afecto.
Esta manera de comunicase poco a poco, se ve enriquecida por miradas, sonrisas y primeros vocablos. Iniciada la ablactación a los 6 meses con la introducción de alimentos de textura blanda, solida y líquidos distintos a la leche materna, crea una interacción entre el cuidador y los pequeños, esta etapa lo llevara a independizarse en un futuro próximo, comiendo solo y sin la ayuda de otros.
Pero es importante que en toda etapa los padres sean vigilantes de la conducta alimentaria de sus hijos. Ellos serán responsables de ofrecer un ambiente seguro y agradable, con un estilo de alimentación responsable, no indulgente.
Un estilo de alimentación responsable donde el niño es guiado, estableciendo limites de comportamiento, como la utilización primero, de sus manos y después de cubiertos acordes a su edad, siendo tolerantes y compresivos, hasta que logre hacerlo de manera correcta.
La prevención y manejo de las dificultades de la alimentación dependen de su cuidador, estando atento a sus necesidades reales de apetito y saciedad, tratando de lograr que coma, por si solo.